Javier Milei estaba emocionado frente a sus funcionarios predilectos. No lloró, pero estuvo cerca. Les agradeció la tarea, uno por uno, y hasta intentó hacer una videollamada con Luis Caputo, el ministro de Economía, que descansa en el Cumelén Country de La Angostura, para que no se perdiera la ceremonia. En la cena de Fin de año, que arrancó el jueves a las 21 en la Residencia de Olivos y se alargó hasta las 0.50 del viernes, el Presidente habló de los logros de su primer año de gestión y de los desafíos para 2025. Hubo alguna indirecta para Victoria Villarruel, a quien el Gobierno volvió a desairar al dejarla afuera del agasajo. No fue la única: también quedaron relegados los dos vicejefes de Gabinete (José Rolandi y Lisandro Catalán) y el secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, lo que instaló una pregunta entre los asistentes: ¿Habrá más cambios en el corto plazo?
El Presidente no dijo nada ante sus ministros, pero en su habitual lógica conspirativa aventuró que el próximo año tendrán que conformar un equipo de gobierno bien compacto porque podrían confluir intereses externos e internos -el Partido del Estado, los agrupó- para intentar condicionar el rumbo o, directamente, interrumpirlo. “Bueno, vamos a ser el mejor gobierno de la historia o no seremos nada. Tendremos que estar con el cuchillo entre los dientes porque nos van a seguir atacando”, dijo.
El líder de La Libertad Avanza apuntó a sus enemigos recurrentes, a los que llamó “empresaurios”, “econochantas” y “periodistas ensobrados”. Esta vez, sin dar nombres que menciona a menudo, y, mucho menos, sin hacer la mínima referencia a quienes podrían integrar esos grupos con razones reales pero que, al ser aliados o difusores de las políticas oficialistas, mágicamente nunca son mencionados.
Milei habló menos de cinco minutos, en el inicio, y agregó unas palabras finales después del asado y el tiramisú, y antes del brindis con champagne. En el resto de la velada cedió la palabra a sus invitados. La mayoría expuso sobre cuestiones personales, más que sobre de políticas públicas. Karina Milei se refirió a su hermano como “la persona más importante de mi vida”, Sandra Pettovello agradeció que el jefe de Estado “me haya apoyado en los momentos difíciles” y Manuel Adorni habló de lo difícil que fue para las familias de todos ellos adaptarse a “la nueva vida”. Patricia Bullrich no pudo con su genio y le tiró un palo a Mauricio Macri: “Le agradezco mucho a Javier porque esta vez me dejaron hacer lo que quería”.
El Presidente celebra la paz social con la que la Argentina atraviesa diciembre y afirma que se trata de un clima impensado para la política tradicional, que le auguraba el helicóptero apenas asumió. Así lo dijo en Olivos y así se lo transmitió a los diputados de la UCR con los que se reunió ese mismo jueves por la tarde.
El encuentro con los radicales se había organizado en Tucumán, facilitado inicialmente por la gestión de un periodista militante que posibilitó el cruce “casual” entre Milei y el diputado Mariano Campero. Después lo confirmó Patricia Bullrich con un mensaje por WhatsApp y más tarde llegó la convocatoria oficial de la Secretaría General de la Presidencia. Milei, que hasta no hace tanto solo profesaba palabras injuriosas para el radicalismo, ahora da otra muestra de versatilidad y está a un paso de cerrar un acuerdo con un sector del partido fundado por Alem.
La alianza comenzó a gestarse el 10 de septiembre en la Casa Rosada, cuando Milei invitó a los diputados Campero, Luis Albino Picat, Michel Tournier, Pablo Cervi y Martín Arjol para convencerlos de que votaran a favor del veto a la reforma jubilatoria. Ese apoyo fue clave para la victoria del Gobierno y desató una crisis en la UCR que continúa hasta hoy. El bloque de Diputados se fracturó y hace diez días el Tribunal Nacional de Ética de la UCR resolvió, por mayoría, expulsar a Campero, Arjol y Picat, al acusarlos de cometer conductas que “lesionan gravemente la dignidad del partido”.
En la cumbre del jueves, Campero se jactó de la expulsión frente a los ojos de Milei y pidió acelerar el vínculo electoral. “Para nosotros es una cucarda que estos impresentables nos hayan echado del partido. Para mí tenemos que ir bien fuerte, Presidente, y empujar un acuerdo electoral”. Arjol habló en la misma dirección y le refrescó al primer mandatario: “En aquella primera reunión usted nos dijo que si lo apoyábamos iba a bajar la inflación, el riesgo país y la brecha cambiaria. Lo hicimos convencidos. Usted debe pensar que nosotros somos solo votos en el Parlamento, pero quiero decirle que también tenemos discurso y lo vamos a defender”. Otro de los cincos radicales agregó: “Nos dicen radicales con peluca, pero somos más que eso: somos cinco espartanos”.
Frente a semejante escena, Milei no pudo menos que agradecer. “Yo destaco el apoyo de ustedes en todas las entrevistas y se los agradezco hoy en persona. Sé quiénes pusieron el cuero este año”. En el encuentro había 13 diputados radicales, entre ellos Rodrigo De Loredo. “Los vamos a convencer de a uno”, insisten en Olivos.
Es la misma estrategia que los libertarios despliegan con el PRO, sobre todo, luego de sumar a Diego Kravetz como dos de la SIDE. El macrismo de la primera hora está en guardia. Milei promete fidelidad y defensa acérrima de quienes juegan bien con él. No importa de dónde vengan. Ni qué hayan hecho en el pasado. ¿Y si son casta? Tampoco. Por ahí anda Daniel Scioli. Si lo dejan, Milei le abriría las puertas de par en par a Diego Santilli. O a Cristian Ritondo, el jefe de la bancada del PRO, que además de tener una larga carrera política acaba de quedar envuelto en una denuncia periodística que informó sobre un entramado de sociedades offshore, departamentos en Estados Unidos, y complejas estructuras financieras que conducen a la abogada Romina Aldana Diago, su esposa. Los departamentos suman US$ 2,6 millones.
Ritondo fue defendido, como nadie, por Milei. Los referentes del PRO, en cambio, hicieron silencio. Ni Mauricio Macri, ni Jorge Macri ni su ex jefa, María Eugenia Vidal, dijeron una palabra en tres semanas. Santiago Caputo, el gurú de campaña mileísta, se ilusiona con sumar dirigentes, por fuera de acuerdos de cúpulas. Un nuevo Cambiemos, podría decirse, aunque la sola denominación les causa escozor.
El PRO resiste y, a diferencia de LLA, tiene un importante armado en las provincias. Cuenta con tres gobernadores propios (más siete que podrían considerarse aliados), decenas de intendentes y una fuerza propia en el Congreso. Es lo que pondrá sobre la mesa si, como propuso Milei, se sientan a negociar una coalición en todo el país. Esa negociación hoy está fría.
Los macristas movieron una pieza determinante. Jorge Macri desdobló las elecciones y provocó el enojo de Karina Milei. El jefe de Gobierno anunció que los porteños elegirán legisladores locales el 6 de julio y que enviará un proyecto a la Legislatura para suspender las PASO. Macri acordó la movida con su primo, Mauricio, y Elisa Carrió, con quienes compartirá el diseño de la lista. Lo mismo hará con muchos radicales, no así con Martín Lousteau. El presidente de la UCR sospecha que el PRO y LLA terminarán juntos y él siente aversión por Milei.
Lo que no dijo Jorge Macri es que guarda una segunda sorpresa que podría irritar peor a los libertarios y desconcertar al kirchnerismo. Si la Legislatura vota la suspensión de las PASO, el alcalde adelantaría la elección general todavía más. Piensa en mayo. Sus asesores ya analizaron el calendario: como el 25 es feriado, la fecha elegida sería el 4, 11 o 18 de mayo.