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El Gobierno de Milei le dice héroe a Roca, pero fue un genocida, usurpador y ladrón

Con datos extraídos de Chat PTS

El nombre de Julio Argentino Roca resuena aún hoy en aulas, plazas, calles, avenidas, parques y hasta estaciones de trenes de Argentina. Generalmente, sobre todo desde sectores de la derecha y el conservadurismo, se lo muestra como un “héroe nacional”. Sin embargo, al mirar más de cerca su “legado”, nos encontramos con una historia cargada mucho más de violencia, racismo, robo y despojo que de valores humanos realmente reivindicables.

Este miércoles el Gobierno de Javier Milei difundió desde las redes oficiales de la Casa Rosada una reivindicación de la llamada “Campaña del Desierto”, de cuyo inicio se cumplen 146 años. Según la visión de la ultraderecha gobernante, se trató de una “gesta heroica comandada por el prócer de la Nación, el General Julio Argentino Roca”, que habría significado “no sólo la extensión del territorio nacional, sino también la constitución del Estado moderno argentino”.

A 146 años del inicio de la gesta heroica comandada por el prócer de la Nación, el General Julio Argentino Roca, reivindicamos la Campaña del Desierto como un hito histórico fundamental en la historia de nuestra Nación, que significó no solo la extensión del territorio nacional,… pic.twitter.com/ZmQTOIjgJo

— Casa Rosada (@CasaRosada) April 16, 2025

Tan fanáticos de Roca son en La Libertad Avanza que esta misma semana en Salta el ministro de Defensa, Luis Petri, anunció que tropas del Ejército se integrarán al Plan Güemes (comandado por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich) a través de la Operación Presidente Julio Argentino Roca que vigilará y controlará localidades fronterizas como Tartagal y Salvador Mazza. Un territorio que, como se sabe, también está poblado ancestralmente por diversas comunidades originarias.

El genocida del “desierto”

Ante todo, hay que decir algo que no por obvio resulta intrascendente. Al momento de emprender aquella “campaña”, ni las pampas ni la Patagonia eran un “desierto”. Por el contrario, allí habitaban miles y miles de indígenas, integrantes de diversos pueblos originarios que coexistían en armonía con la naturaleza e incluso convivían entre sí.

Esas poblaciones fueron el foco central de la “campaña” roquista, que las persiguió, apresó, torturó, asesinó, secuestró y despojó de sus posesiones. Las actuales comunidades originarias, herederas de las y los sobrevivientes de aquel genocidio, siempre lo tuvieron muy en claro y así lo siguen relatando en una verdadera “batalla cultural” contra los poderosos que reivindican a Roca y sus secuaces.

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Roca fue presidente de Argentina en dos períodos, pero es recordado principalmente como el líder de la “Campaña del Desierto”, consumada entre 1879 y 1885. Se trató de un conjunto de operaciones militares, financiadas por el Estado y acompañadas por la Iglesia católica, cuyo objetivo central fue la ocupación de aquellos territorios y el reparto entre futuros terratenientes.

El resultado fue catastrófico: entre 15.000 y 20.000 miembros de las comunidades ranquel, mapuche, pampa y tehuelche fueron asesinados o capturados. Los sobrevivientes fueron enviados a campos de concentración, separados de sus familias y sometidos a trabajos forzados y evangelización forzada.

Las tierras que antes pertenecían a estas comunidades fueron entregadas a un reducido grupo de familias oligarcas, consolidando el sistema de latifundios que persistió durante décadas. Roca mismo se benefició directamente, recibiendo 15.000 hectáreas como recompensa por parte del Congreso Nacional. Este proceso no sólo destruyó comunidades enteras, sino que también sentó las bases para un modelo económico dependiente y desigual, con una oligarquía agraria aliada al capital extranjero, en particular el británico.

Un régimen oligárquico y excluyente

El período de gobierno de Roca estuvo caracterizado por un sistema político oligárquico, donde el fraude electoral era moneda corriente y la mayoría de la población no tenía acceso a derechos políticos. Ni mujeres, ni trabajadores, ni pueblos originarios podían votar.

En paralelo, las condiciones laborales eran inhumanas: largas jornadas de trabajo, explotación infantil y la ausencia total de derechos laborales básicos. Este panorama muestra un gobierno que no sólo ignoraba las necesidades de los sectores populares, sino que también sostenía un modelo de explotación y exclusión.

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La reivindicación de Roca: una distorsión histórica

A pesar de este oscuro legado, la derecha del Siglo XXI insiste en reivindicar a Roca como un símbolo de “progreso” y “civilización”. Una narrativa que ignora deliberadamente los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su mandato y el impacto devastador que tuvo su política en las comunidades originarias y en la estructura social del país. Es una versión de la historia que busca justificar la desigualdad estructural y el despojo como parte de un supuesto “orden natural”.

La llamada “Campaña del Desierto” no fue un acto de civilización. Fue un genocidio que marcó uno de los capítulos más oscuros de la historia argentina. Desconocer esa empresa criminal y usurpadora es una de las operaciones político-culturales más profundas que sostienen desde hace un siglo y medio las clases dominantes, sus intelectuales y sus voceros de la comunicación masiva.

Julio Argentino Roca no fue un “héroe”, no es un “prócer” ni será nunca merecedor de homenajes genuinos del pueblo. Fue, es y será un símbolo del colonialismo, el genocidio y la concentración del poder en pocas manos. Para construir un futuro diferente, es necesario desenmascarar aquellas mentiras y rechazar cualquier intento de glorificar el pasado opresor.

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