InicioDeportesEl contenido no reina (fue destituido por la conversación)

El contenido no reina (fue destituido por la conversación)

Muchos periodistas están avisando que se van a YouTube. A diferencia de la radio y televisión, que les alquilaba tiempo, YouTube permite que cualquiera obtenga gratis un espacio para colgar videos indefinidamente, con potencial de llegar a millones. Pero ahí está el asunto: convertir ese potencial en una audiencia es un trabajo arduo que nada tiene que ver con esos contenidos que llevaron a los medios a la actual crisis de audiencias.

La gente de los medios gustaba de decir que el contenido era el rey. Pero hoy la atención de las audiencias no la convoca Carlos III, por más corona que porte. Las que reinan son las nueras plebeyas, inagotables fuentes de conversación global. En el reinado de los medios, las plataformas como YouTube vendrían a ser como Meghan Markle, que desprecia la sucesión real porque ha creado un feudo propio donde el pedigrí es lo menos importante.

«En el reinado de los medios, las plataformas como YouTube vendrían a ser como Meghan Markle, que desprecia la sucesión real porque ha creado un feudo propio donde el pedigrí es lo menos importante»

Las celebridades del viejo sistema reclaman la atención que hoy capturan ignotos personajes con millones de seguidores. Periodismo y política creen que estar en YouTube es abrir un canal para seguir haciendo lo mismo que no le importaba a nadie en los medios tradicionales. Y esperan competir con gente que comparte su afición desde el baño, dormitorio o lugar de trabajo.

En la galaxia YouTube, las noticias políticas pretenden competir con fans de videojuegos, de maquillaje, cocina hogareña, bricolaje, viajes en camioneta, conspiraciones universales, tareas domésticas. La mayoría lo hace desde un teléfono malamente iluminado con un led comprado en Amazon, ignorando las reglas de iluminación y encuadre que mandaba la producción audiovisual.

Los periodistas fueron (y siguen siendo) entrenados en producir contenido. Pero el contenido abunda, está por todas partes. El contenido local compite con el producido globalmente. El de calidad compite de igual a igual con bazofias interesantes. Las plataformas entendieron que el negocio ahora es brindar espacios que convoquen redes sociales de personas apasionadas en cualquier asunto que dé para abrir un canal.

Por eso no funcionan los canales gubernamentales en YouTube, que no despiertan interés ni siquiera entre sus votantes. La Casa Blanca tiene 2,8 millones de seguidores; Presidência do Brasil, 458 mil; Casa Rosada 358 mil; La Moncloa de España, 13 mil. La comparación con los números de YouTube es devastadora. Por ejemplo, con los 264 millones de usuarios que entusiasma MrBeast, un canal de juegos y filantropía.

«Los canales de YouTube que triunfan no se distinguen por su contenido sino por sumar la comunidad, porque lo que valora el algoritmo es la participación y los comentarios»

Lo que hace a las novedades oficiales tan poco interesantes es que esperan ser repetidas sin comentarios. El @DiarioGranmaCuba, paradigma de un órgano de propaganda, tiene 8 mil suscriptores. Listillo, el principal youtuber cubano, tiene 900 mil. Adivinen cuál canal admite comentarios.

Hace años Jeff Jarvis, especialista en reconversión tecnológica, viene diciendo que los contenidos dejaron de ser el diferencial para los medios porque lo que se valora es el servicio que prestan a su comunidad. Los canales de YouTube que triunfan no se distinguen por su contenido sino por sumar la comunidad, porque lo que valora el algoritmo es la participación y los comentarios.

Políticos y periodistas creen que YouTube es una pantalla más para distribuir lo mismo de siempre. Pero internet no es una antena que difunde sus mensajes en una sola vía. Las plataformas son nodos de una red de personas atentas y ansiosas por sumarse a una conversación.

Otra cuestión es ubicarse en el lado luminoso de las conversaciones que predominan en esos canales exitosos. El fastidio que expresan muchos usuarios con ciertas noticias habla de la hostilidad que despiertan ciertos temas, política en primer término. Que no solo en YouTube tiene dificultad para el diálogo.

La autora es analista de medios

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