La tecnología sigue marcando el rumbo hacia un futuro más eficiente y sustentable. En este camino, los drones dejaron de ser una “excentricidad” para transformarse en aliados clave del agro que se viene.
Desde monitoreos y aplicaciones de productos hasta la siembra, estas aeronaves ligeras no tripuladas destacan por su precisión y el uso inteligente de recursos. Banburubí, una empresa argentina pionera en Pergamino y la zona en lo que hace a servicios con drones para el campo, está liderando esta transformación desde el año 2020. Entre sus aplicaciones más innovadoras destaca la siembra aérea, una práctica que, aunque poco difundida, apuesta a cambiar las reglas del juego en la actividad.
La siembra con drones ofrece una solución innovadora a problemas clásicos del campo. “Una de las principales ventajas es poder sembrar sin pisar el lote ni dañar los cultivos”, explicó Martín Rainaudo, productor de Aapresid y gerente de Banburubí.
Este sistema resulta ideal para cultivos de servicios, tanto de gramíneas, leguminosas como crucíferas, que se utilizan para mejorar la calidad del suelo y protegerlo contra la erosión, entre otros beneficios. Además, es especialmente útil en terrenos desparejos o con falta de piso, donde las sembradoras tradicionales enfrentan mayores desafíos.
“El dron puede sembrar en lotes con cultivos en pie, ampliando la ventana de trabajo al no depender de la cosecha”, destacó Rainaudo. Esto no solo ahorra tiempo, sino que asegura que los cultivos se establezcan en su fecha óptima, maximizando la biomasa o el rendimiento esperado.
Tecnología y eficiencia en acción
Los equipos que utilizan en la firma combinan innovación y practicidad. “Los drones tienen un tanque para sólidos con capacidad hasta 40 kilos, con un plato centrífugo similar al de una fertilizadora pendular. Además, cuentan con una balanza integrada que permite calibrar la carga en tiempo real, ajustando parámetros como la altura, velocidad y densidad de distribución”, detalló.
Por limitaciones en la duración de la batería y los kilos que carga, la capacidad operativa del dron es menor comparada con equipos terrestres: “Se pueden cubrir entre 5 y 15 hectáreas por hora, dependiendo del cultivo. Por eso, esta tecnología es ideal para trabajos planificados y escalonados, pero puede resultar menos competitiva bajo condiciones climáticas adversas o con ventanas de tiempo muy ajustadas”.
“Los cultivos de servicios y los verdeos de invierno son los principales candidatos para la siembra aérea con drones, como raigrás, vicia o nabos. Otro nicho interesante son las pasturas, tanto por tratarse muchas veces de especies que requieren pocos kg/ha como también por ser lotes de difícil acceso para equipos terrestres”, indicó.
En cuanto a control de plagas, también aparece como una demanda importante para los drones la aplicación de cebos para plagas como bicho bolita o babosas. En esa línea, las aplicaciones dirigidas son otros de los usos con gran potencial.
“Desde cabeceras hasta manchas específicas, permiten un manejo preciso, maximizando el aprovechamiento de insumos y minimizando el impacto ambiental. Se utilizan los mismos drones que para esparcir sólidos. El paso de sólidos a líquidos es muy sencillo y rápido, solamente se cambia el tanque del equipo”, agregó.
Por otro lado, el socio de la Regional Aapresid Rosario destacó otra ventaja: “La agilidad en la logística. Al dron lo movés con una camioneta, es más rápido y más ágil en ese sentido”.
En este contexto, a pesar de sus beneficios, la adopción masiva enfrenta desafíos. “La normativa actual es un cuello de botella. Certificaciones complejas y la falta de regulaciones claras para el uso de drones en la aplicación de fitosanitarios o siembra limitan su expansión. Sin embargo, iniciativas recientes del Senasa, como la inclusión de recomendaciones específicas en los bidones de agroquímicos, prometen allanar el camino”, comentó Rainaudo.
Por otro lado, la curva de adopción tecnológica sigue su curso. “Al principio, somos pocos los que cometemos errores y aprendemos. En esta etapa es muy importante hacer las cosas bien y no generar sobre expectativas para no quemar la tecnología“, reflexionó.
En un escenario de incertidumbre climática y económica, los drones representan una oportunidad para diversificar estrategias y optimizar recursos. “No reemplazarán a los equipos terrestres, al menos por varios años, pero sí los complementarán en situaciones específicas, como terrenos complejos o siembras en pie de cultivos de servicios”, concluye Rainaudo.
“La agricultura del futuro está aquí y se despliega desde el aire, con los drones como aliados para una agricultura más verde y eficiente”, dicen en la firma.
LA NACION
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